EL ARTE
GRABADO A FUEGO

Entrevistas
Se ha formado en Madrid, Granada y Finlandia. Sus obras están repartidas por todo el mundo desde Taiwán a Irlanda y desde EE.UU. a Chile, Lituania, Polonia y Finlandia.
Ahora Magazine aprovecha su recién estrenada exposición “Arquitectura Urbana” para conocer mejor a este artista del grabado.
La historia de Ramón José Freire es una de esas historias que confirman la importancia de la vocación, del esfuerzo y la constancia. Nadie diría que fue un mal estudiante, pero eso nos ha contado. No precisamente por falta de cualidades, más bien era un tema de interés. Algo que cambió en cuanto tuvo contacto directo con el arte.
 
Este artista y docente ecijano comparte nombre y primer apellido con un escritor e investigador local conocido y reconocido por todos, que además resulta ser su padre. Un artista educado artísticamente bajo el amparo de María del Carmen Navarro y sus clases de pintura, a las que Ramón acudió ininterrumpidamente durante once años.
 
Hoy, Freire atesora una licenciatura en Bellas Artes, un doctorado en Historia del Arte, es profesor de grabado y director del Centro de Iniciativas Culturales en la Universidad de Castilla la Mancha.
Ahora Magazine: Ramón, de todas las técnicas posibles, ¿por qué el grabado?
 
Ramón J. Freire: Me apasionan todas las técnicas artísticas, las manejo y las uso con frecuencia. Pero el grabado ha marcado mi vida profesional, académica y artística. Me permitió acceder a la investigación y conseguir proyectos, además de desarrollar artísticamente una línea de trabajo y darme la posibilidad de transmitir el conocimiento a través de la docencia universitaria.
 
A.M.: ¿Hay un antes del grabado? ¿Cómo comienza todo?
 
R.J.F.: Hacía escultura, pintura, dibujo… todo menos grabado. No me preguntes por qué, pero desde que comencé la licenciatura de Bellas Artes, mi madre quería que cursara grabado. En tercero de carrera tuve la oportunidad de matricularme y conocer al que después sería mi maestro, director de tesis y amigo, el profesor titular Juan Carlos Ramos Guadix, una persona determinante en mi vida y en mi conocimiento del grabado y el arte.
 
A.M.: Tu padre es un personaje reconocido y querido en la ciudad, ¿ha influido en ti su amor por la cultura para terminar viviendo por y para el arte?
 
R.J.F: Mi padre es mi padre, estoy completamente enamorado de él y para mí es junto con mi madre la mejor persona del mundo. Objetivamente le tengo un alto respeto por todo lo que ha hecho por su ciudad y una gran admiración por cómo lo ha realizado. En mi casa mi padre recitaba, creaba e investigaba, pero lo más importante tanto para él como para mi madre, es que fuésemos personas humildes, educadas, trabajadoras e inquietas, además de honestas. Creo que a nadie le viene mal vivir rodeado de libros y de un ambiente cultural.
 
A.M.: Revisar tu currículo es un ejercicio que puede provocar vértigo, doctor con mención europea en Bellas Artes por la Universidad de Granada, doctor en Historia del Arte en Finlandia, profesor de grabado en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Castilla-La Mancha y director académico del Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Castilla-La Mancha. Es abrumador.
 
R.J.F: Son líneas, líneas de una hoja en blanco que rellenan páginas, pero que llevan implícitos muchos esfuerzos y sacrificios. Por ejemplo, cuatro años de licenciatura, dos años realizando los cursos de doctorado y cinco años realizando la tesis doctoral se resumen, a nivel de currículum, en tres líneas; licenciado en Bellas Artes, Superación DEA (Diplomas Estudios Avanzados) y Doctor en Bellas Artes. Cada una de las líneas requiere de mucho sacrifico, y sobre todo suerte para estar bien, porque el camino el largo y nada fácil.
 
A.M.: ¿Eres de los artistas que cree en la formación como base de su arte?
 
R.J.F: La formación es un término muy amplio y complejo de definir, porque inciden otros factores en ella. Imagino te refieres a la formación académica. Confío y creo plenamente en la formación a todos los niveles, pero hay formación que la recibes en tu casa, otra formación que la recibes en la vida y otra que recibes en la academia. Conozco a grandes artistas que no tienen formación académica específica, pero otros grandes que sí. Pero no conozco a nadie que habiendo podido tener acceso a ella, no la haya querido. Pienso que la formación enriquece a la persona y la hace progresar como individuo.

«Ojalá algún día pueda mostrar en Écija lo que hago y cómo lo hago».

A.M.: Estás de lleno en la presentación de una exposición sobre arquitectura urbana, pero encontramos muchas técnicas, motivos y estilos en tu obra, ¿cómo la definirías?
 
R.J.F: Es una obra realizada mediante una técnica de grabado, fruto de una investigación realizada durante más de quince años. Donde los ácidos tan habituales con los que se construye una matriz de grabado han sido sustituidos por luz del sol y agua del grifo. Además de aportar a nivel de investigación, me permite crear matrices con diferentes materiales de dibujo y recursos, y contar las historias que tengo en mi cabeza, reflejos de mis viajes, experiencias o estados de ánimo. Arquitectura Urbana muestra mucho de mí, es una declaración de intenciones, exterioriza mis inquietudes, y se exhibe como carta de presentación de lo que es mi obra o quiero que sea. Está en construcción y viva, y en plena madurez.
 
A.M.: Hemos hablado de tu formación como base importante del artista que has llegado a ser, pero impartir tus conocimientos se ha convertido en una parte muy importante de tu profesión, ¿con qué te quedas? ¿se llevan bien la creación y la enseñanza?
 
R.J.F: Realmente para mí es un placer poder trabajar de lo que más me gusta. Mostrar lo que hago y cómo lo hago es un privilegio. La enseñanza universitaria se basa en la transmisión del conocimiento. Cada logro, cada aprendizaje, cada aportación que consigo, bien sea de un congreso, encuentro, viaje, experiencia, taller, trabajo, etc., la intento transmitir con la misma pasión con la que yo la siento. La universidad apoya y permite la investigación, la creación y la docencia, y eso me llena mucho y me hace feliz. Compartir con los demás y retroalimentarte de ello, desde mi punto de vista es muy interesante y enriquecedor.
A.M.: Supongo que hay dos puntos geográficos importantes en tu vida y en tu carrera, uno es Finlandia y otro algo más cercano como es Cuenca…
 
R.J.F: Lo has definido bien. Ambos puntos son determinantes y muy especiales para mí. Finlandia por su clima, la situación por la que fui y sus características especiales me permitieron conocerme a mí mismo. Me formé académicamente en estudios de historia del arte y estética, conocí a unos compañeros que hoy en día mantengo como amigos y me hicieron sentir como familia. Además, viví en un centro de arte y taller de grabado que tenía continuamente a mi disposición.
De otra parte, Cuenca es una ciudad privilegiada a nivel cultural, en la que se trabaja por la cultura y se premia. Esta Ciudad Patrimonio alberga la Fundación Antonio Pérez y el Museo de Arte Abstracto Español, entre otras maravillas, y posee un entorno natural espectacular. Geográficamente cerca de Madrid, permite estar en contacto con la actualidad de la capital. Es el lugar donde tengo mi trabajo, donde realizo mi actividad docente, investigadora y de creación, y donde he podido conocer el arte contemporáneo de la mano de Zobel, Saura, Bonifacio, Antonio Pérez, Torner o Canogar, etc.
A.M.: ¿Sales de Écija por decisión propia, por oportunidad, por necesidad o por aventuras?
 
R.J.F: Por necesidad y decisión propia. En Écija no se podían cursar estudios artísticos superiores ni universitarios. A día de hoy tampoco es posible, sería muy interesante avanzar sobre la implantación de estudios artísticos.
 
A.M.: Tu familia es muy conocida y querida en la ciudad. Presumen y se enorgullecen de ser ecijanos. ¿Ramón Freire hijo ha heredado esa pasión por Écija?
 
R.J.F: Écija es el lugar donde nací. Siempre lo destaco y lo digo, allá donde estoy, presumo de ciudad y tengo pasión por ella. Es donde tengo a mis padres, mis dos hermanas, mis sobrinos, mi familia y a mis amigos de toda la vida.
 
A.M.: ¿Quiere decir que no descarta volver, o ya será siempre un lugar de visita?
 
R.J.F: Écija es y será mi tierra. Descarto volver a nivel laboral, porque no hay Facultad de Bellas Artes. Estoy siempre en contacto con Écija, la frecuento menos de lo que quisiera, pero todo lo que me permite el trabajo y mi día a día. Ojalá algún día pueda mostrar en Écija lo que hago y cómo lo hago.  

«Sería muy interesante avanzar sobre la implantación de estudios artísticos en Écija».