NUTRICIÓN Y DIETÉTICA
La ciencia de la buena alimentación

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Vivimos en tiempos acelerados. El ritmo de nuestra vida ha aumentado considerablemente en los últimos años, y todo ello nos lleva a tener que prestar más atención a nuestra nutrición. Para ello, no hay mejor forma de hacerlo que ponernos en manos de profesionales. Hablamos con Rocío Hidalgo, que como dietista-nutricionista y tecnóloga de los alimentos nos asesora y aconseja sobre todo lo relacionado con nuestra alimentación, ayudándonos a alcanzar nuestro peso saludable y así prevenir y tratar enfermedades tan graves como el colesterol, la diabetes o la hipertensión arterial, entre otras.
Ahora Magazine: Rocío, nos gustaría conocer tu trabajo. No te limitas a elaborar y recomendar dietas, hay mucho más en la nutrición y la dietética…
 
Rocío Hidalgo: La nutrición y la dietética son ciencias, es decir, no es lo que yo opino o pueda pensar con respecto a algo, sino que está basado en la evidencia científica actual y, a través de ella, realizamos nuestras recomendaciones.
 
A.M.: Cada uno dice una cosa sobre lo que es bueno o no comer, y lo que antes valía, parece que ahora no sirve, ¿no crees que se genera mucha confusión a la población?
 
R.H.: Sí, es posible que se genere confusión, porque la nutrición, como ya he comentado, es una ciencia viva, es decir, está en continuo estudio, y por tanto, es dinámica y puede generar ambigüedad. Pero esto ocurre porque la dietética y nutrición humana es una carrera universitaria joven (te puedo decir que pertenezco a la primera promoción universitaria de nutrición y dietética de la universidad Pablo de Olavide, de Sevilla, y llevo 11 años como tal. Por tanto, es un gremio en el que somos aún muy poquitos, y no tenemos la aceptación popular ni profesional que esta carrera universitaria necesita.
 
Por otro lado, también nos encontramos con profesionales sanitarios desactualizados (nutricionalmente hablando), con “recomendaciones nutricionales de cajón” arcaicas, que hace que se genere una desconfianza frente a lo que uno u otro puedan decir.
 
A.M.: Sin embargo, sabemos qué tenemos que hacer para comer bien, ¿no?
 
R.H.: La gente cree saber lo que tiene que hacer con respecto a una alimentación sana. A cualquier persona que le preguntes si come bien, te contestará que sí. Pero, realmente no somos lo suficientemente conscientes de los malos hábitos dietéticos que tenemos, porque son eso, hábitos que se realizan día a día, que han ocupado un lugar preferente frente a aquellos saludables que han caído en el olvido. Sólo hay que fijarse en cualquier carrito de la compra de cualquier supermercado para conocer su comportamiento dietético. Sinceramente, hay mucho que mejorar. Además, hoy en día, cualquiera con el que hables parece ser “experto en nutrición”, los podemos encontrar casi en cualquier lado, solo basta con que hayan leído un libro de nutrición, hayan ido a un curso de fin de semana sobre dietética o, simplemente, el hecho de que comamos todos los días, ya nos da autoridad y nos “capacita” para ser unos entendidos en el tema. Y esto puede ser muy perjudicial, ya que de aquí, de lo que cada uno entienda o quiera entender, junto con lo que cada uno haya hecho y le haya o no funcionado, hace que pueda generar un problema de salud.
 
Por ello, es necesario buscar un profesional sanitario capacitado para ello, como es el dietista-nutricionista.
 
A.M.: Rocío. A día de hoy disponemos de una cantidad de alimentos, variados y de distinta procedencia. Nuestros padres no disponían de tanta variedad, y en época de nuestros abuelos llegó a haber carencia de alimentos básicos. ¿Significa eso que hoy día comemos mejor que antes?
 
R.H.: Pues realmente no, no comemos mejor. Sí que es cierto que actualmente disponemos de una grandísima variedad de alimentos, no existe carencia de ninguno de ellos, y por este mismo motivo, el hecho de que haya tantos excedentes, tengamos tantas versiones de subproductos, que en muchos casos, son de mala calidad, con alto contenido en grasas, azúcares, aditivos… que los convierten en perjudiciales para nuestra salud.
 
A.M.: Esas malas costumbres en nuestra manera de comer, nuestros malos hábitos dietéticos, ¿qué consecuencias pueden tener para nuestra salud?
 
R.H.: El hecho de llevar unos hábitos dietéticos poco saludables, junto con un estilo de vida sedentario, genera que podamos desarrollar graves problemas de salud, como el sobrepeso y la obesidad, enfermedades cardiovasculares, enfermedades digestivas, o un cuadro de síndrome metabólico (relacionado con el exceso de grasa corporal donde aparecen alteraciones en los niveles de colesterol y/o de ácido úrico, hipertensión, diabetes, etc.).
 
A.M.: ¿Cómo puede una profesional como tú ayudarnos a mejorar nuestra alimentación?
 
R.H.: Desde mi trabajo como Dietista-Nutricionista, ofrecemos un acompañamiento al paciente para que consiga sus objetivos, empoderándolo con información nutricional actualizada, desmontando mitos alimentarios, capacitándolo para llevar a cabo aquellos cambios progresivos pero duraderos de su conducta alimentaria errónea, aprendiendo a elegir y comprar alimentos saludables y, en definitiva, aprender a comer de forma saludable.
 
A.M.: Entonces, ¿se puede comer de todo? ¿Qué es o en qué consiste una alimentación saludable?
 
R.H.: Se puede comer de todo lo que sean alimentos sanos, es decir, cualquier alimento o plato preparado a base de materias primas como son las legumbres, todas las frutas, verduras y hortalizas, cereales integrales como el arroz, pasta o pan integral 100%, tubérculos como la patata, huevos, pescado, marisco o carne en sí (no sus derivados), grasas saludables como el aceite de oliva virgen, el aguacate o los frutos secos; los lácteos enteros y sin azúcar, el agua con o sin gas, y las infusiones.
 
La preparación y combinación de los alimentos anteriormente descritos formarían la base de una alimentación saludable.
 
A.M.: ¿Quién tiene que llevar a cabo una alimentación sana?
 
R.H.: Para todo el mundo, desde que nacemos, es imprescindible llevar a cabo una alimentación saludable para preservar lo más valioso que tenemos: nuestra salud.
 
Así que todos deberíamos tener una buena relación con la comida en cualquiera de nuestras etapas vitales: bebés, niños, adolescentes, adultos y ancianos; así como en situaciones especiales como son en el embarazo, la lactancia, deportistas y en personas con patologías, algunas de ellas prevenibles o reversibles con una correcta alimentación.
 
A.M.: Pero entonces, todos tenemos que “estar a dieta”, ¿no?
 
R.H.: No es “estar a dieta”, es comer de forma saludable. Fíjate cómo cuando se habla de “dieta”, esta misma palabra ha adquirido connotaciones tan negativas como restricción, pasar hambre, sacrificio, obligación… que hace que esté desprestigiada. Y en sí, la palabra dieta sólo significa combinación de alimentos.
 
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A.M.: ¿En qué consiste tu trabajo?
 
R.H.: Cuando un paciente llega hasta la farmacia, nosotros lo que pretendemos es proporcionarle todos nuestros conocimientos en pro de la mejora de su salud.
 
Dentro de esto, mi trabajo en consulta consiste en realizar un anamnesis de su historia clínica y dietética, para determinar las posibles patologías que presenta, la medicación que toma, los hábitos que tiene tanto de alimentación como de actividad física y hábitos tabáquicos.
 
A partir de la recogida de estos datos, se le realiza un asesoramiento general al paciente, incidiendo en aquellos puntos donde flaquea y necesita corregir sobre lo que actualmente está haciendo.
 
Seguidamente, se realiza la toma de parámetros, que dependerá en función de lo que se tenga que mejorar: realización del análisis de la masa corporal, mediante un peso de bioimpedancia eléctrica profesional, que nos mide la cantidad y la distribución de la grasa corporal, el porcentaje de agua corporal, la cantidad de masa muscular, masa ósea y el metabolismo basal; medición de perímetros corporales, normalmente, cintura y cadera; y toma de la presión arterial.
 
En el caso de que presente hipercolesterolemia o diabetes ya conocida, dado que en la farmacia tenemos equipamiento profesional para la toma de parámetros bioquímicos, se puede realizar la toma de muestra de colesterol o glucosa, entre otros.
 
Una de las cosas más valiosas que tenemos en nuestra farmacia es que trabajamos en equipo, es decir, yo llevo la parte de nutrición, pero estamos en una farmacia, por lo que contamos con la ayuda y colaboración del farmacéutico, cuya ayuda es imprescindible en pacientes polimedicados, para el control adecuado de su tratamiento, posibles interacciones fármaco-nutricionales, adhesión a la pauta medicamentosa, posibles efectos secundarios… dado que es necesario para que el objetivo de la persona se logre y, sobre todo, para conseguir una mejora de la salud y calidad de vida del paciente.
 
A partir de todos estos datos, se le realiza la educación nutricional, con un menú personalizado y adaptado a las necesidades del paciente, que incluye un recetario para que la persona lo tenga de apoyo y aprenda a cocinar los alimentos de una manera que les guste y le sea apetecible siempre; ya que, uno de los objetivos fundamentales, no es que se consiga el objetivo en sí de perder peso o reducir el colesterol o el azúcar, es que esto que se ha conseguido se mantenga en el tiempo y, para ello, es necesario que haga cambios reales en su estilo de vida y sea capaz de afrontar todas aquellas situaciones y/o alimentos que le generen descontrol. Por ello, este servicio que prestamos es más que una dieta.
 
Hay que recordar que la alimentación en cualquier estado de salud o etapa vital es imprescindible.
 
A.M.: Una de las barreras que nos frenan y nos impiden empezar a mejorar nuestra dieta es el miedo a pasar hambre. Rocío, sinceramente, ¿se pasa hambre?
 
R.H.: Cuando al cuerpo lo alimentamos de manera adecuada, aportándole todo lo que necesita y en el momento que lo necesita, digamos que el cuerpo se encuentra bien y va a tener regulado el control del ciclo hambre-saciedad. Es más, si pasas hambre real, es que no lo estás haciendo bien, porque, a la larga, eso genera descontrol y posibles atracones. Lo cual es muy peligroso y perjudicial para nuestra salud.
 
Otra cosa, que sí suele pasar, es que tenemos “ganas de cosas”, es decir, ganas de productos de baja calidad con alto poder de adicción y sabores muy potentes. Pero esto ya no es hambre real, a esto nosotros lo denominamos hambre emocional, que es lo que suele ser lo habitual y, por lo cual, desde la consulta lo trabajamos para reeducar el paladar, aprender a apreciar el sabor natural de los alimentos, detectar y discriminar estos productos y reducir su consumo al máximo, por el bien general de su salud.
 
Este tipo de cambios, hay que tener en cuenta que son progresivos y se requiere de paciencia, ya que vivimos en un “ambiente obesogénico” que no nos lo pone fácil.
 
A.M.: En toda tu experiencia como dietista nutricionista, has ayudado a muchas personas a comer mejor. ¿Puedes compartir con nosotros algunos de los casos de los que te sientas más orgullosa?
 
R.H.: La verdad que en toda mi trayectoria profesional he tenido muchos casos muy importantes y especiales, y es difícil quedarme con solo uno.
 
Se me viene a la cabeza aquel niño con diabetes tipo 1, que tenía la glucosa muy descontrolada, provocándole unas subidas y bajadas muy bruscas y que, mediante la alimentación y la correcta dosificación de la insulina, se controló y tomó conciencia e importancia de cómo controlar su enfermedad.
 
O una señora, con una obesidad mórbida, tras la pérdida de 47kg me decía: “ya no me ahogo”, “ahora puedo llevar a mis nietos al parque”, “ya me puedo atar las zapatillas”, “he ido al médico y me ha felicitado porque me ha quitado la pastilla de la tensión”, etc. Esto hace que seas consciente de cómo cosas tan cotidianas para nosotros, para ella eran darle la vida.
 
Y así podría seguir… son muchas las experiencias…
 
Estas son las satisfacciones más maravillosas que puede dar mi profesión: poder ayudar a las personas.
 
A.M.: Rocío. Muchas gracias por tu tiempo y por tus consejos.
 
R.H.: Gracias a vosotros. Y recuerden que podemos ayudarle en todo lo relativo a su alimentación.