Arte en estado puro
José Manuel López, Chemi, es flamenco, pero no de apariencia, ni de estilo de vida. Es flamenco como el médico es a la medicina, o como el escritor a las letras. Hay un aire de protector del flamenco en su forma de trabajar, en su forma de sentirlo. Como lo haría un arqueólogo protegiendo, manteniendo y difundiendo su descubrimiento más preciado.
Chemi entiende el flamenco como un arte descontextualizado a su época, y no habla por hablar. Horas de estudio obsesivo y una memoria acumulativa y práctica hacen que sus afirmaciones sobre este Patrimonio Inmaterial de la Humanidad tengan suficiente peso sobre en un arte que, como todos, está continuamente “atacado” por las modas y el irremediable paso del tiempo.
Hace una década decidió apostar por ser un oasis en el desierto del panorama flamenco, creando una discográfica independiente (La Droguería Music) desde donde buscar y promover el flamenco con nuevos valores. Y todo ello a contracorriente. En su ciudad, Écija, y frente a un mundo globalizado, saturado de modas e inundado de Talent Shows.
¿Valentía, pasión, sentimiento de protección? Chemi no engaña a nadie. Equivocado o no, cree en lo que hace y trabaja sin descanso desde su estudio independiente desde Écija para España y el mundo.
Cuando me di cuenta estaba grabando el primer disco de Nena Daconte y el de Bunbury sobre poemas de Panero
Ahora Magazine: Con tus años de formación, investigación y pasión por el flamenco, ¿en qué momento la producción se convierte en un modo de vida?
Chemi López: Siempre tuve más o menos claro lo que quería. Terminé estudiando Educación Musical porque era lo que más se acercaba a mi vocación, pero me horrorizaba estar toda la vida enseñando la asignatura menos valorada del sistema educativo. Así que me licencié en Historia y Ciencias de la Música porque necesitaba una base de conocimientos potente. Y de Salamanca me fui a Barcelona a cumplir la otra parte: aprender a producir. Cuando me di cuenta estaba grabando el primer disco de Nena Daconte y el de Bunbury sobre poemas de Panero.
A.M.: ¿Y qué es La Droguería Music?
CL: Un sello que desde 2013 se dedica a dar soporte discográfico a jóvenes valores del cante, pero manteniendo la integridad del género. Somos todo lo contrario al concepto de multinacional. Desde finales del XIX existieron pequeños sellos como el mío. Eran ópticas, droguerías y gabinetes fotográficos que adquirían un fonógrafo y grababan y comercializaban trozos de zarzuelas, óperas, cuentos o cante flamenco.
A.M.: Todo muy romántico…
CL: Es una locura porque realmente voy contramano. Cuando, en la era digital, lo lógico hubiese sido pegarme a Bunbury o grabar para Canal Fiesta y Radiolé, me da por montar una discográfica de cante flamenco clásico. En lo peor de la crisis y sin ayudas públicas. En el mundillo me dieron poco de vida pero, a lo tonto, tengo casi cuarenta obras en la calle, puedo decir que vivo de esto y doy trabajo a una docena de artistas.
A.M.: Te hemos oído decir que el flamenco es una música descontextualizada, pero los flamencos siguen llenando teatros y existen multitud de estilos actuales con raíces flamencas que lideran listas de ventas…
CL: Puede parecer contradictorio que yo lo diga, pero es una realidad que hay que aceptar para entender lo que se hace hoy. Todas las músicas tienen un contexto histórico en el que se desarrollan, hasta que los tiempos cambian y se generan otras. Así ha sido desde el Renacimiento. Cuando en la prensa de 1870 se habla de los síntomas de agotamiento del flamenco y cuando lo normal hubiese sido su desvanecimiento en favor de las nuevas modas, Edison inventa la grabación de audio e insufla fuerzas para varias décadas más a todas las músicas populares; que era lo único que cabía en los dos minutos que duraba un cilindro de fonógrafo. Es verdad que para entonces Silverio había actualizado el repertorio, que antes de los años 30 Chacón también lo refrescó y que, a partir de los 50, Mairena le da un lavado de cara fundamental. Pero no pierdas de vista que el resto del mundo, desde los 40, ya estaba dando sus primeros pasos en la música electrónica… que sí es la música de nuestro tiempo. El flamenco ha llegado exhausto y puteadísimo a nuestros días, precisamente porque a cualquier cosa se le ha llamado flamenco con tal de seguir llenado teatros. Pero es impostado, vacío y sin fundamento desde su concepción; muchas veces un fraude para públicos fáciles. Pasó a ser lo que los etnomusicólogos llaman “performance”.
Yo soy un enamorado de mi pueblo, así que poder dedicarme a lo que quiero en mi propia tierra es un lujazo.
A.M.: ¿Cómo consigues que tus artistas se mantengan en esa línea alejada de lo comercial?
CL: Digo mucho de broma que si me matriculara en Psicología me convalidaban los tres primeros cursos. Ser cantaor y tener las ideas claras son cosas divergentes. Hay quienes tienen los pies en el suelo, conocen su producto, saben dónde se vende… y entonces respiras. Pero la mayoría cree, por ejemplo, que con muchos instrumentos y cosas moviditas van a tener cabida en la radiofórmula, fundamento prehistórico e incierto porque hace mucho que las emisoras se fabrican a medida lo que van a emitir. Batallo mucho hasta que entienden que el cante es una música antropológicamente culta, pero de minorías; y que su mercado se reduce a un público determinado, normalmente desagradecido, exigente y que está mal acostumbrado a tenerlo todo gratis. Es decir, no se van a hacer millonarios pero, bien gestionados, pueden vivir con muchas comodidades. Por otro lado, un disco debe soportar con dignidad el paso del tiempo. Que lo escuches dentro de 25 años y no te avergüences de lo que grabaste por seguir las modas. Hay que tener criterio.
A.M.: La Droguería está creciendo, has diversificado sus líneas de negocio, ¿necesidad o ambición?
CL: Las cosas han ido pasando. Tras la discográfica en 2013, lo siguiente fue llevar las agendas de mis artistas para que no los anularan. Más tarde empezaron a encargarme la gestión de festivales y eventos de gran formato desde las administraciones. Y hace un par de años abrí una línea de libros y otra de producción de documentales que han dado grandes satisfacciones. Lo siguiente será una tienda digital, en la que también vamos a vender referencias de otras empresas y la dirección de un programa de televisión que se está terminando de negociar.
A.M.: Quizá sería más sencillo si tu centro de operaciones estuviera en Madrid, Sevilla, Cádiz, Jerez… Digamos que Écija no forma parte del territorio histórico del flamenco.
CL: Entiendo dos tipos de flamenco: el de la costa -más rítmico- y el de tierra adentro -más mesurado-; con sus excepciones y connotaciones, claro está. Y después, lo que se hace desde Écija a Almería no tiene nada que ver con los que se hace desde aquí a Portugal. Es decir, dividiendo el mapa, estamos en zona de nadie pero estratégicamente es mejor que operar desde Jerez, donde las cosas tampoco son como hace 50 años. Yo soy un enamorado de mi pueblo, así que poder dedicarme a lo que quiero en mi propia tierra es un lujazo.