Pasear por la calle Zamoranos de Écija es adentrarte en las entrañas de la ciudad: callejuelas estrechas, casas de pueblo, la Plaza de Colón saludándote al fondo… Buscamos el número 36, nos paramos frente a una pared burdeos con una losa blanca. En ella, dibujado a mano, un dedal, hilos bailando en el aire y el nombre de un artesano reconocido en la ciudad y en gran parte de España como un referente en el arte del bordado, Jesús Rosado.
Al entrar al taller te das cuenta rápidamente que allí trabajan artistas. Un patio central, típicamente ecijano, con techos altos y columnas repartidas estratégicamente. Entre ellas, en cada hueco, obras de arte colocadas en caballetes, colgadas de las paredes y catorce mujeres sentadas unas a lado de las otras cabizbajas, con una aguja en la mano y creando maravillas. Desde el fondo se acerca Jesús. Alto, rubio, al mando de un taller que aparentemente parece un caos, como todos los talleres, pero que funciona perfectamente engranado.
AHORA Magazine: Gracias por abrirnos las puertas de tu taller, ¿o debo decir empresa?
Jesús Rosado: Somos una empresa. Una empresa de artesanía, pues al fin y al cabo, la artesanía es la esencia de nuestro trabajo y, por tanto, mi modo de vida y el de mi equipo.
A.M.: ¿Te he escuchado decir más de una vez que eres mejor hacedor que artista o diseñador?
J.R.: No me gusta considerarme un artista, somos artesanos. Estamos en continua actualización, creciendo, formándonos. Somos artesanos, por lo tanto, somos más hacedores. El término artista prefiero dejarlo en valoración de mis clientes y del público que ve mi trabajo terminado y luciendo en la calle.
A.M.: ¿Cómo ha cambiado el taller en estos últimos años?
J.R.: Hemos crecido. Hemos madurado y afianzado nuestra estabilidad, nuestra calidad. Hemos alcanzado un nivel de reconocimiento que nos ha aportado una gran seguridad
para los próximos años.
para los próximos años.
Tal vez haya otra cosa muy destacable y que te hace muy fuerte, hemos aprendido y crecido en convivencia. Es un tópico pero es verdad. Nuestro taller es una gran familia, en parte gracias a que tanto mi equipo de bordadoras como yo, estamos en el lugar que queremos estar. Eso es fundamental para nosotros como conjunto.
A.M.: Me parece muy acertada, correcta y lógica la definición de tu trabajo como una labor empresarial, pero lo que no me negarás es que tus obras terminan formando parte de una obra de arte, por lo tanto…
J.R.: Sí, pero no es nuestro fin. Nuestro fin primero es vivir de un trabajo que nos apasiona. Lo que viene después es otra cosa. El equipo que tengo es muy profesional, hay veces que no saben ni preguntan para qué cofradía o hermandad va su trabajo. Pero somos conscientes de que nuestras obras terminarán formando parte de un conjunto artístico y patrimonial que permanecerá en el tiempo.
A.M.: Has mencionado varias veces a tu equipo. Supongo que es imprescindible esa unión, esa armonía entre todos vosotros…
J.R.: Somos 15 personas, 14 bordadoras y yo. Es un equipo que ha crecido en el taller. Y yo con ellas.
Es muy difícil mantener al mismo equipo durante tanto tiempo. Eso es un pilar esencial, desde luego. En nuestro sector, es de suma importancia que las bordadoras tengan una implicación total con el taller, en tiempo, horarios y formas. Cuando esto no se cumple, los eslabones que forman la cadena se resienten.
A.M.: El oficio de bordador o bordadora no es algo común, no hay una formación reglada y, siendo Écija un pueblo, entiendo que no debe de ser fácil encontrar trabajadoras con experiencia y nivel, ¿verdad?
J.R.: Exactamente. No hay bordadoras, no existen profesionales en este sector como en otros sectores. Yo he de decirte que, en la calle, al menos aquí en Écija, no hay 14 bordadoras como éstas. Y eso es mérito del propio taller, de ellas mismas. Desde mi punto de vista particular, desde la dirección del taller, me siento muy satisfecho de haber contribuido a su formación y desarrollo como las verdaderas profesionales que son hoy día.
Durante ocho o diez años hemos creado artesanas que, hoy por hoy, son verdaderas virtuosas e imprescindibles para el funcionamiento de este taller. En Écija, por tanto, tal como comentaba antes, no hay bordadoras de este nivel. En otras ciudades, ciudades más grandes, hay pocos equipos como éste, si bien es cierto que actualmente hay talleres, a nivel andaluz, con un nivel altísimo, lo cual también es fundamental para que sea continuo el desarrollo de esta profesión en los días que corren.
He de decir que estaré siempre agradecido a la creación de la escuela taller de San Juan, de aquella experiencia entraron a formarse nueve aprendices. Fueron cinco de ellas las que se quedaron y siguen en el taller, después de más de diecisiete años. Fue una parte de la semilla de lo que hoy tenemos.
A.M.: ¿Cómo es el día a día del taller?
J.R.: De trabajo continuo. Sabiendo que nuestro mayor valor es la calidad, pero sin olvidar que todos nuestros clientes tienen unos tiempos de entrega. Eso es algo imprescindible para nosotros. Hay que mantener en todo momento la formalidad, y cumplir al 100% con el cliente en todos los aspectos.
Es verdad que no todos los encargos son iguales. Hay cofradías que ya vienen con su director artístico, con sus propios diseñadores. Por otra parte, también las hay que nos dan la libertad absoluta, aunque saben muy bien lo que quieren y cuál es su línea o estilo.
A tu pregunta, he decirte que mucha gente piensa que aquí somos todos cofrades, o vas a entrar al taller y vas a oler a incienso o que estamos todo el día escuchando marchas procesionales. Eso no pasa en este taller. El equipo es heterogéneo. Y lo considero bueno para el continuo día a día y la convivencia en el trabajo.
A.M.: Tus trabajos, tus obras siempre vienen a completar a otras: imágenes, pasos, altares… Supongo que debe de ser complejo el enfrentarse a encargos tan personalizados, ¿cómo afrontas cada encargo?
J.R.: Es complejo, pero es una de las partes de mi trabajo que más me gusta. Tengo que investigar. Realizo un exhaustivo estudio histórico-artístico de la cofradía; busco documentación gráfica, los precedentes que hay de la artesanía o bordados que han utilizado; investigo hasta el último detalle de la hermandad. Siempre hay que tener en cuenta que cada una tiene una idiosincrasia diferente y propia. No todas las cofradías son iguales.
Al final, y por eso me apasiona, te debes convertir en un erudito a la fuerza. Tienes que encontrar la línea exacta que represente a la cofradía. Es curioso, porque he llegado a desarrollar un peculiar don: he conseguido que, con sólo ver la pieza artística, saber cómo es la hermandad, cómo piensan, cuál es su filosofía.
A.M.: Durante todos estos años, y tras comentarnos que sientes que el taller ha madurado y se ha afianzado en el sector, entiendo que habrá habido un punto de inflexión que os ha marcado un antes y
un después.
un después.
J.R.: Sí, creo que el punto de inflexión es en el momento en que empezamos a tener volumen de trabajo en Sevilla. Pero no desde el principio. Hay muchos artesanos que meten la cabeza en Sevilla, hay muchos que se quedan en trabajos aislados. Hemos tenido la suerte de trabajar para gente que tiene mucho peso en la capital. Que Manuel Palomino, por ejemplo, un hombre que tiene un conocimiento vastísimo del mundo de las cofradías, de la artesanía sevillana, le guste tu trabajo, hable bien de ti… eso es una gran puerta que se te abre y por la que puedes entrar. Una vez que la traspasas está en ti y en tu trabajo quedarte dentro.
nuestras obras terminarán formando parte de un conjunto artístico y patrimonial que permanecerá en el tiempo
A.M.: En este difícil sector, ¿a qué nivel se encuentra el taller?
J.R.: Creo sinceramente que estamos a primer nivel. Cuando entras en concurso con otros talleres y siempre estás entre los finalistas, viendo los trabajos que salen del taller y que no falta el trabajo ni en cantidad ni en calidad, he de reconocer que somos un taller de primer nivel.
A.M.: Sabiendo que las grandes capitales tienen que estar plagadas de magníficos talleres de artesanía cofrade, ¿qué pros y contras te aporta que el taller esté en Écija?
J.R.: Durante todos estos años, nosotros hemos conseguido que el cliente se desplace. Es verdad que hay cofradías de primer nivel, teniendo talleres importantes en su misma ciudad, a las que les cuesta. Pero hemos conseguido que la gran mayoría de clientes nos visiten. Eso significa algo.
A.M.: ¿Sería distinto si el taller estuviera, por ejemplo, en Sevilla?
J.R.: Es que no lo cambio. Mucha gente me ha propuesto montar el taller en Sevilla, en Huelva. Pero es que no lo cambio por nada. Yo estoy muy bien donde estoy. Yo soy de Écija, el producto es de Écija y el que quiera tiene que venir a Écija y comprar aquí. Yo sé que hay otros artesanos que se han ido ha ido a Sevilla. Lo podría entender en otra época, pero ya no. Yo no lo cambio por nada. Hace poco un antiguo pregonero de la Semana Santa de Sevilla me decía que habíamos conseguido que la gente no viera nuestro taller como un taller de pueblo. Por lo tanto, eso lo dice todo. Nos llaman de Murcia, de Cuenca, de Cádiz, de Huelva. Te aseguro, que se puede desde aquí.
A.M.: ¿Tienes la conciencia de que tu trabajo, tu taller, tú mismo, sois un valor de la propia Ciudad?
J.R.: Hombre, eso es un poco fuerte admitirlo. Lo que si te digo es que yo disfruto mucho vendiendo Écija. Yo al cliente, antes de venir al taller, le he organizado una ruta, una cena. Últimamente estamos trayendo excusiones de 60, 80, 160 personas a que conozcan la ciudad.
A.M.: ¿Excursiones? ¿Dónde entran esas acciones dentro del trabajo propio del taller?
J.R.: Cada vez que cerramos con un cliente un trabajo siempre termino preguntándole lo mismo: ¿de verdad no conocéis Écija? En ese momento me sale mi espíritu de cicerone y les ofrezco conocer mi ciudad. Lo hemos hecho muchísimas veces, tanto con cofradías como con cualquier tipo de grupos. Pero es cierto que cuando invito a la propia cofradía a venir al taller y a conocer Écija, ellos mismos organizan un grupo con sus propios hermanos o allegados y fletan uno, dos o tres autobuses. Nosotros le preparamos la ruta turística, les hacemos de guías, organizamos la comida en un restaurante y, por supuesto, una visita al taller. Y aunque no deja de ser una labor comercial para mi negocio, es algo que me apasiona. Y lo hacemos muchísimo, continuamente. Ten en cuenta que es algo redondo, a mí me sirve para dar un servicio extra a mis clientes, vendo mi pueblo, la gente visita y consume en Écija y personalmente disfruto enormemente.
A.M.: Vuelvo a insistir, todo lo que me cuentas ¿es un valor para la ciudad?
J.R.: Sí, visto así, no te lo puedo negar. Te pongo un ejemplo que fue totalmente casual. Hace algunos meses se nos presentó un periodista de National Geographic, visitó el taller y se fue enamorado. Al final es lo que dices, es un valor para la ciudad, aunque no lo busquemos.
A.M.: No me puedo permitir el lujo de terminar si preguntarte por vuestros últimos trabajos.
J.R.: Son muchos, pero un trabajo que ha tenido mucha relevancia ha sido la túnica que hemos hecho para el Jesús Nazareno de Huelva. Ha tenido repercusión en toda España. Nos pidieron que la túnica fuera “La Túnica”, quería una obra única y creo que lo hemos conseguido. Además de esto, pues muchos. De todos igual de orgullosos y satisfechos.
A.M.: La siguiente pregunta es obligatoria ¿próximos proyectos?
J.R.: Afortunadamente tenemos trabajo para unos cuantos años. Entre lo más importante, tenemos entre manos terminar de restaurar los bordados del Prendimiento, de Jerez; vamos a firmar con la Veracruz de Cádiz un proyecto a muy largo plazo; hemos firmado en Sevilla, con la Hermandad de las Siete Palabras, la terminación del bordado de su paso de palio en varias fases; en Córdoba, etc. Creo que lo importante es que el taller tiene trabajo asegurado para muchos meses.
A.M.: No hemos hablado de tu trabajo para las Hermandades y Cofradías de Écija.
J.R.: Me siento muy contento con Écija, con sus hermandades y cofradías. Por el cariño que me tienen y el que les tengo. El taller tiene piezas en las Hermandades de la ciudad.
De hecho, este año tenemos un estreno en Écija, estrenamos la túnica del Silencio que, como entenderás, como apasionado ecijano me ilusiona muchísimo.
A.M.: Después de todo lo que nos has contado, ¿qué le queda al taller por hacer?
J.R.: Me gustaría seguir creciendo, más en calidad y prestigio que en otra cosa. Estamos muy contentos, pero nos gustaría afianzar más peso en este sector. Poder seguir defendiendo nuestro trabajo desde Écija, para mi es la única opción. Como ya te he comentado anteriormente, no cambio esto por nada.
No me gusta considerarme un artista, somos artesanos