El Patio del Palacio

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En la primavera de 2018 se volvían a abrir las puertas del Palacio de Peñaflor tras una importante obra de restauración y recuperación de parte de la fachada principal, el torreón, el patio-apeadero y las espectaculares caballerizas. Durante este tiempo, han pasado por Peñaflor más de veinticuatro mil visitantes. Este verano le tocaba el turno al patio central principal, una obra ya finalizada y que estará abierta al público en las próximas semanas.
El momento de seguir avanzando
 
Es importante y significativo el cambio que ha sufrido una de las principales joyas del barroco ecijano en los últimos años. Peñaflor recuperaba su máximo esplendor gracias a las intervenciones de restauración y recuperación de la parte más visible del palacio. Desde su apertura, el monumento se ha vuelto a convertir en visita obligada para turistas y ecijanos, que tienen la oportunidad, no solo de conocer sus instalaciones, sino de saber más sobre su historia y la vida en el propio palacio, gracias a la recuperación y recreación de las propias habitaciones del monumento.
 
Tal y como anunciaba el Ayuntamiento de Écija a principios de año, “ahora es el momento de continuar recuperando Peñaflor”. Puesto en valor parte de la fachada y la principal entrada al palacio, era el turno de restaurar el imponente Patio Central. Tal y como se hiciera con la primera intervención, el consistorio ecijano conseguía para esta segunda fase la financiación a cargo al 1,5% Cultural del Ministerio de Fomento. Un presupuesto de 216.000 euros y una ejecución de cuatro meses para su restauración y puesta en valor. Algo más de cinco meses después del anuncio del comienzo de las obras, el patio, su particular fuente y sus columnas vuelven a recuperar la riqueza de antaño.
 
Una recuperación integral
 
El Patio de Peñaflor, junto con las caballerizas o la imponente escalera principal, es uno de los elementos más admirados y recordados por los ecijanos. Desde finales de la década de los 70 a principios de los 90, ha sido paso obligado de los visitantes para acceder a las diferentes instalaciones que el palacio ofrecía y tenía abiertas al público: biblioteca municipal, conservatorio de música y salones de actos. Es por tanto comprensible el interés y deseo del pueblo de recuperar una estancia con tanta carga emocional y nostálgica como de belleza patrimonial.
 
Desde el equipo de gobierno, y desde el trabajo conjunto de las áreas de Gestión del Espacio Urbano y Turismo, se ha trabajado con el mayor rigor patrimonial, pero sin olvidar la importancia del espacio para su futuro uso. Así, se ha estimado que el proyecto de puesta en valor se haya centrado en la actuación íntegra en este espacio, abarcando importantes obras para la minimización de las humedades de capilaridad en el imponente zócalo ornamental de ricos mármoles (ya restaurado hace algunos años) y sustitución de los pavimentos de ladrillo de las galerías superior e inferior, de recuperación de los artesonados de las galerías (en muchos casos con problemas de podredumbre), la recuperación de los revestimientos con morteros y jalbegas de cal o la completa renovación y ampliación de las instalaciones existentes lo que, según los propios técnicos es algo que, aunque no se advierta de primera mano en la visita, sí es absolutamente fundamental. No en vano, buena parte del presupuesto se ha dedicado a la iluminación monumental del patio, la instalación de protección contra incendios o la renovación completa del sistema de fontanería o saneamiento.
 
Con todo, también ha habido espacio para la restauración. Algo que en la fase anterior fue elemento primordial, en esta ocasión ha quedado centrado fundamentalmente en los elementos pétreos, como la fuente del patio central, que se ha convertido en una de las tareas más importantes del proyecto.
 
Esta se ha restaurado para atajar las numerosas patologías que sufría, tanto de disgregación de la piedra, pérdida de masa y problemas estructurales como muchísima suciedad y cal acumuladas.
 
Se han restaurado las conducciones interiores de agua y recuperado el sistema de impulsión y retorno. Aunque el cambio más sustancial y destacado sea la recuperación de una escultura de remate que desde hace casi un siglo se retiró de la misma, dándole a este elemento decorativo, junto con la recuperación del colorido de la piedra original, una nueva imagen para los visitantes y uin aspecto mucho más cercano a como lucía en sus orígenes.
 
Según Sergio Gómez, concejal de área de Gestión del Espacio Urbano, en esta segunda fase “se han intentado corregir las patologías que ya fueron detectadas en la primera intervención, males que se repiten a lo largo del palacio. Como es el caso de algunas columnas, que han sufrido pérdidas de masa o los artesonados, que han presentado problemas de podredumbre”.
 
Un espacio turístico y cultural permanente
 
Esta segunda fase se ha realizado con la precaución y la previsión de que el Patio Central sea útil y aprovechable para albergar actividades de cara al público.
 
Para ello, se ha invertido un esfuerzo extra, y aprovechando la sustitución del pavimento existente, en soterrar las preinstalaciones necesarias para evitar recurrir a tender cables u otros elementos técnicos a la hora de la celebración de los espectáculos que se puedan llevar a cabo en un futuro.
 
En las semanas de «puertas abiertas», tras la finalización de la primera fase de restauración, el Palacio de Peñaflor ha resultado ser una ubicación perfecta y única para la realización de citas culturales. Concretamente en el patio central se han celebrado conciertos, obras de teatro, conferencias y todo tipo de actos y eventos. Algo que en pocas semanas volverá a ser una realidad.
 
La musealización de Peñaflor, un futuro muy cercano
 
Conjuntamente con la realización de esta segunda fase, se puso en marcha un segundo plan de empleo de la Junta de Andalucía para la recuperación y restauración de muebles, puertas y cornucopias, entre otros elementos, para la futura musealización del monumento.
 
Un equipo de cuatro restauradores, cuatro peones y cuatro carpinteros trabajan para conseguir que los elementos y detalles del palacio vuelvan a lucir como en su época, y trasladen a los visitantes a los días que Peñaflor estaba habitado por los marqueses y lleno de vida.
 
Desde las áreas de Gestión de Espacio Urbano y Turismo, se tiene claro que hay dos fases en la puesta en valor de un monumento como Peñaflor, por un lado, su recuperación y restauración, y por otro, su uso, algo fundamental para que un edificio histórico se conserve.